Cristian Fernando Pacheco

Los textos que compartimos  a continuación representan los pensamientos e ideas de los aprendices a partir de un reto de escritura, no hacemos correcciones a gramática, ortografía o estilo porque hacen parte de un ejercicio de creación individual.

SOLEDAD EN TIEMPOS DEL COVID.Era un miércoles en la mañana, otro día agotador de aquellos que ya eran más repetitivos en el mismo pasar de
semana tras semana. Las misma rutina, la alarma de las 4:30, los 5 minutos que se convertían en una maratón
para poder subir a un transmilenio a tiempo. Ser profesor es agotador, enseñar inglés no es tan fácil como
pensaba pero lo intentaba, amaba enseñar escritura. Ese miércoles rutinario inició todo lo que me haría extrañar
la rutina de la cual me quejaba tanto. Una clase normal a las 6 de la mañana esperando a terminar prontamente a
las 8 de la noche para poder ir a dormir e iniciar el nuevo día (con la misma rutina y añorando el efímero
domingo). 6:20 am, todos con una sonrisa en su cara pues debíamos irnos a casa ya que debían cerrar la
institución. Dos días después, me sentía cómodo con estar en casa y no salir, necesitaba ese descanso de la
rutina, de la gente.
Ha pasado un mes, encerrado en casa, veo como la rutina que era insoportable empieza a ser añorada y como el
añorado pensamiento de estar en casa ya no es la magnífica idea que solía ser. Estamos aislados, ese silencio es
apaciguado por los maullidos de Cronos y el Señor Naranja, el último quien llegó a la puerta de mi casa hace
una semana esperando por un plato de comida y una cara amable que le brinde un hogar. La alarma a las 6
indica que debo levantarme, mi pie en el piso y ocho patas al tiempo indican el primer paso; darle de comer a
los gatos. 6:30, preparo algo de comer y me sorprende tener el tiempo para poder hacerlo y disfrutarlo. La
alarma de las 6:50 indica que debo conectarme, me esperan unas largas 8 horas frente al computador.
5 años de licenciatura en lenguas y una epidemia me han llevado a trabajar en un call center, estar sentado
frente a un ordenador intentando ignorar lo mucho que extraño la que equivocadamente llamé “ insoportable
rutina”, extraño los problemas diarios, el estudiante complejo, mis colegas competitivos y el contacto humano
que me recordaba la humanidad que hay en mí. Creo que los gatos empiezan a cansarse de mis charlas y suena
loco, ¿Podría no serlo?.
3pm, he decidido desde hace unas semanas aprovechar el tiempo, 3:30 ingreso a Territorium, los cursos, los
foros, las sesiones de ayuda de los instructores muestran un panorama alentador. 8 pm, apago el equipo y el
silencio solo se ve perturbado por el ruido del fondo de la licuadora de mi vecina y uno que otro ladrido de
perro. Las 8 patas comen, voy a la cama y es en ese momento en donde encuentro cuán solo me encontraba, la
soledad en tiempos del COVID existe mucho antes de la existencia misma del virus. Estamos solos y no por el
virus que ha cobrado tantas vidas, sino por tantas vidas que hemos hecho fuertes alianzas con la soledad. 9 pm,
debo dormir, las 8 patas ya duermen y el sonido del viento anuncia una fría noche.
Entre dormido recuerdo a mi familia, suspiro aliviado por el hecho de que se encuentren en el campo lejos de
todo este caos. Este ambiente es caótico y no por el virus o las falsas cifras que muestran los noticieros, el caos
se encuentra en el miedo que ahora tenemos unos a otros, en la necesaria y desesperante distancia que se debe
establecer. Un computador y un celular hacen agotador el contacto humano, ¿La tecnología que en principio
nos alejó ahora es lo único que nos mantiene unidos, irónico no?. Caigo dormido, perdido entre mis
pensamientos; mis deseos por ser un mejor ser humano y la próxima vez abrazar, besar y amar más fuerte la
presencia de alguien en mí vida. Despierto, mi pie en el piso y las ocho patas que indican la rutina en el encierro
que me recuerda lo solo que estaba y lo aislado que me encuentro.
Cristian Pacheco
2020.